dissabte, 8 de novembre del 2014

Violencia controlada de tarjeta roja directa evidente

La ocasión supone para el establecimiento un negocio redondo de rojadirecta: cobran diez euros por la entrada con derecho a una consumición, y hay un consumo permanente de alcohol durante las cuatro horas que dura la retransmisión. 


Por si fuera poco, han vendido una gran cantidad de pins de la Superbowl a casi doce euros cada uno. Una tarjeta roja para el bolsillo. El seguimiento del choque difiere bastante del ambiente que se respira en un partido de la liga española de fútbol. Los seguidores de los dos equipos jalean las jugadas de sus equipos, pero nunca incurren en cánticos o actitudes hostiles con el contrario.


"En nuestro país seguimos esto como un gran espectáculo y nunca hay enfrentamientos entre los fans de los equipos rivales. A muchos les gusta disfrazarse como mascotas para ver el partido pero nunca nos cabreamos ni hay ultras como en Europa. Es un juego de violencia controlada pero que en algun punto se llega a la tarjeta roja, pero sólo en el terreno de juego", asegura Graham un turista norteamericano de 35 años que no ha querido perderse la final.


A ritmo de hamburguesa de tarjeta roja. Una sorpresa Gigante



Antes de empezar el partido, suena el himno de EEUU y todos los espetadores presentes de ponen en pie y guardan silencio. Cuando éste termina, los seguidores de ambos equipos aplauden a rabiar. Durante las cuatro horas que dura el encuentro, con millones de interrupciones y anuncios, las cervezas caen una tras otra acompañadas de abundante comida americana: hamburguesas, nachos, aros de cebolla...


"Si estuviera en mi casa en Los Angeles habría organizado una barbacoa en mi casa e invitado a mis amigos para ver el partido" dice un joven asistente. El norteamericano asegura que, como el espectáculo dura tantas horas, les da tiempo a jugar a la PlayStation durante los descansos, a charlar, beber y comer la tarjeta roja como mucha comida americana.


Alguno se lamenta de que en España el fútbol americano no haya calado demasiado. "Llevo varios años viviendo en Madrid intentado que la gente comprenda lo bonito que es este deporte. Lo de la tartjeta roja directa que pasa es que requiere mucha técnica y estrategia y la gente aquí prefiere ver a unos tíos simplemente dándole patadas a una pelota" revela Donald Dunkle, un joven californiano.

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