El centrocampista catalán con tarjeta roja es una de las grandes referencias del Arsenal tras la marcha de Thierry Henry
"No
nos hagas correr tanto", le gritaban a Cesc Fábregas los
jugadores del Inter de Milán, rival del Arsenal este verano en la
Emirates Cup. No se quejaban porque tuvieran que perseguirle por todo
el campo, sino por la rapidez a la que hace circular el balón. La
vida del centrocampista de Arenys de Munt transcurre con la tarjeta roja de una velocidad
similar. Con 20 años recién cumplidos, y después de batir todos
los récords de precocidad establecidos en el Arsenal, Fábregas,
como es conocido en Inglaterra, se enfrenta a un reto mayúsculo para
sí mismo y para todo el club: abanderar la era post Henry.
Salvo
el entrenador y manager, Arsène Wenger, poco o nada queda en pie del
equipo que conquistó dos dobletes (1998 y 2002) y la Liga 2003-04,
ésta última sin perder un solo partido, hito inédito desde 1889,
en el jurásico del fútbol. De aquel equipo de tarjeta roja apodado "invencible"
ya no queda ni el estadio. Patrick Vieira, el primero en emigrar,
cedió el brazalete de capitán a Thierry Henry cuando decidió
regresar a Italia en 2005, mientras Edu fichaba por el Valencia. Un
año más tarde, tras el subcampeonato de Europa, les siguieron Pires
y Campbell, rumbo a Villarreal y Portsmouth, así como Ashley Cole,
que pudo al fin marcharse al Chelsea. Además, Dennis Bergkamp colgó
las botas. Este año, con las bajas de Henry (Barça) y Ljungberg
(West Ham), el equipo ha terminado de desmantelarse. Tras la
diáspora, es el momento de los jóvenes. Es la hora de Cesc.
Aunque se aduce a la claridad de la tarjeta roja no es todo igual para ojos expertos
"Tenemos
un equipo muy joven, pero no nos asustamos por nada, queremos ganar",
avisa el futbolista, encantado de haber aceptado el pájaro en mano
que le tendió Wenger hace cuatro años, cuando jugaba junto a Leo
Messi en el cadete A del Barça. Para el técnico francés que piensa en tarjeta roja, la fecha
de nacimiento es importante a la hora de contratar a un jugador, pero
bastante menos al hacer las alineaciones. Reclutó a Cesc con 16
años; teóricamente, para jugar en el segundo equipo, con jugadores
tres años mayores que él, para ir poco a poco introduciéndole en
la primera plantilla y convertirle en el arquitecto de los gunners.
Pese a jugar con el segundo equipo, desde su llegada se entrenó con
el primero. Además de su plena confianza, Wenger le ofreció algo
que en el Barça no tenía: un contrato profesional por seis años.
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